Ir al contenido principal

La sonrisa de la luna.

 

            Hace un par de días mantuve una íntima conversación con un viejo amigo, alguien que llegó a mi vida cuando ambos teníamos toque de queda para llegar a casa los viernes, y sentí en aquellas palabras un maridaje de nostalgias y tristezas que a día de hoy aun perfuman mis pensamientos al atardecer.
Sin guión establecido, recurrimos a rasgar el sobre lacrado de las anécdotas, esas que ambos guardábamos entre hilos de algodón en una esquina de nuestros recuerdos, y juntos recorrimos de puntillas aquellos años donde la inocencia y la pubertad nos iban jalando de los brazos para que alcanzáramos una madurez que tardaba en llegar y que se nos antojaba muy lejana; muchas veces me pregunto si la habré alcanzado ya.
Al recordar hoy esa charla cierro los ojos y siento de nuevo entre mis dedos el reflejo de unos años donde fui libre de pensamiento, de palabra, y sobre todo, de acción. Y me doy cuenta de que hay cosas que ya no volveré a sentir.
En esa época caminé por senderos desconocidos, tropecé entre piedras, metí mis pies en charcos, me despeiné ante abismos en penumbra,… pero mis ataduras y mis lágrimas siempre fueron desatadas y secadas por algún amigo, alguien que siempre estaba ahí, que habría su corazón sin esperar nada a cambio, que hacía suyo mis problemas y que lo único que le importaba en esos momentos era reconfortarme con sus palabras y con su aliento.
A día de hoy, sigo caminando, tropezando, despeinándome,… sigo atándome y llorando, pero a diferencia de cuando lo hacía antes, me he vuelto un tanto desconfiado, y miro y remiro hacia ambos lados de la calle por si hay alguna sombra que repara en mí e intenta tenderme la mano, eso si, con más miedo que vergüenza.
¿Y a qué tengo miedo a estas alturas? Pues a que me hagan daño, a que bailen entre risas sobre mis rescoldos, a que pisoteen mis sueños y mis heridas, pero sobre todo, a que me traicionen con un beso, a media noche, esfumándose de mis mejillas la palabra dada, compartida, confiada.
Quizás me embargue la melancolía y rumie para mis adentros que cualquier tiempo pasado fue mejor; quizás el tiempo haya solapado lo malo para que lo bueno sobresalga ante mi ventana; quizás vaya en mi carácter el ver en estos momentos el vaso medio vacío cuando albergo un problema, pero la sensación de desconfianza que veo, que vivo, que respiro cada día a mi alrededor hace que la mayoría de las veces opte por hacer mutis por el foro y esconder mis silencios entre el aire de mis pulmones cuando éste me acoge entre sus pechos. Dudo que él me engañe.   
Aun así, seguiré desnudando mi alma en cada escrito, seguiré acompasando mis poemas ante el vaivén de una mirada, seguiré sonriendo ante la malicia de aquellos que se creen mis enemigos, y seguiré, cueste lo que me cueste,  persiguiendo mis sueños, aunque broten lágrimas de rabia y de impotencia.
Sólo me queda creer en mí y en mis pasos. Sé que ellos me llevarán - algún día-, a acariciar con mis manos la sonrisa de la luna.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Yo me enamoré de ti..

           Permíteme que levante la mano y que escriba lo que mi corazón siente cuando tu nombre seduce una vez más a mis labios. Permíteme que sea un arrabalero más entre la chusma selecta que escoge tus canciones para poder vivir sin anclajes sobre los atardeceres apaleados de este mundo.   Permíteme que me empape una vez más de tu pluma, del brillo bohemio de tus ojos, de tus muñecas condenadas, atadas y maniatadas a una guitarra y que sólo se liberan cuando tu voz le susurra a Cádiz que esa costilla de tierra millonaria es tu única patria, tu único cielo, tu único universo. Ser de ti es un lujo que la vida me tenía reservado en la esquina   de un pasodoble interminable, de esos que tú compones sin miedo, sin coloretes, sin purpurina caduca y sin febrero que deshojar, y que cuando mi garganta me lo canta por lo bajini, mi piel se eriza y se desgarra como si yo fuera un nostálgico comparsista que se la da de artista.   Juan Carlos , cuando la vida se me tuerc

Se muere...

El centro de Jerez se muere. Está sentenciado. No tiene remedio; lleva meses desahuciado, y sólo falta poner sobre su lápida vital la fecha de su defunción. Duele escribir con la cólera entre los dedos y la impotencia en los labios, pero más duele ver como el jerezano de a pie mira para otro lado y saca su mirada conformista una vez más. Y como yo escribo en base a lo que siento, y de conformista ya me queda poco, junto palabras desde la rabia, la furia y la resignación que me trasmiten los ojos de esos amigos que en su día apostaron sus ahorros y sus sueños en levantar un negocio en el centro, … y ahora ven cómo el centro se va convirtiendo en un desolador cementerio. Y ya saben lo que uno encuentra cuando visita campo santo: recuerdos, nostalgias, humedades, … Quizás por eso las grandes firmas huyan despavoridas de sus enclaves estratégicos sin mirar atrás, antes de que sus clientes les paguen con coronas de flores. Quizás tenga que ver algo las chapuzas de a

Un eterno hombre COBARDE... y sus ETERNOS hombres bonitos

Cádiz, ven.. déjame que te tome de la cintura para dar un paseo por la orilla de tus susurros, y permíteme que dibuje sobre la caricia de cada ola la historia de un niño que se hizo grande entre cobardes y milagros . Prometo que no te entretendré mucho.. Sé que llevas unos días cosiéndole al atardecer sombras y ecos donde los suspiros pedirán perderse entre tipos y coloretes; sé que estas sacándole brillo a los zaguanes de las casapuertas para que las voces que hablan por ti contagien de vida a propios y a extraños; sé que te están dejando reluciente ese castillo de papelillos donde las ilusiones se maquillan con esperas y nervios;… pero yo necesito contarte la historia de uno de los tuyos. Así que, descálzate y ponte cómoda.. Se trata de uno de esos requiebros al que tú le distes la vida -un mes de febrero-, y que nació con el don de quererte y de llevarte entre sonrisillas por todos los confines del mundo. Se trata de uno de esos locos de atar que doremif