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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Otoño, seas bienvenido

                              Desde hace un par de días la ciudad anda ansiosa por su llegada. No se lo ha dicho a nadie, pero su corazón no está bien. Es un secreto a voces que sólo comparte con aquellos que desean escucharla cuando el sol le echa cerrojos a la tarde; con el paso de los siglos ha perdido el miedo a contar a qué saben sus lágrimas, y de vez en cuando suelta algunas para calmar así a su soledad. Cuentan que cuando en el cielo alguien se pone a dibujar nubes de pegatina junto a la cúpula de la Iglesia de la Victoria, le han escuchado decir que le gustaría ser libre… Libre para corretear descalza por sus propias calles y juguetear en cualquier plaza con las hojas caídas del calendario de la espera. Libre para proteger su piel de los primeros escalofríos callados y saber a qué sabe un abrazo cuando la voz enmudece. Libre para ir a buscar los cimientos de sus fronteras y dar respuesta a tantos por qué que se pierden entre la piel de sus labios.  A vec

El centro

Tengo la suerte de ir descubriendo por día que pasa a una de esas personas que, teniendo en la cabecera de su cama los quejíos del Torta, la gitanería de Terremoto o las espantás del Paula, la vida ya no le coge de sorpresa.  Él se llama Juan Peña, nuestro “ Peñita ” de toda la vida, uno de esos cámaras gráficos que - cada vez que le dejan-, es capaz de enfocar con su lente lo que su corazón embarbado le dicta.     Me gusta escucharle cuando habla porque apenas tiene que levantar la voz para hacer oír su discurso en este mundo donde cada día se grita más y se acaricia menos. Cuando nuestros caminos se separan es cuando me doy cuenta de su grandeza.   La última vez que tuve esa sensación de querer saber más fue el pasado viernes cuando yo defendía, con vehemencia y pasión, el pensamiento enérgico y egocéntrico de que “el centro de Jerez sólo se llena cuando un paso está en la calle”. Él, atento a mis palabras y sin alterarse, apenas puse punto y final a mi alegato cofrade

Relaxing

                     Una vez que la alcaldesa del Madrid de los Austrias pusiera una pica allá en Buenos Aires con el objetivo de que su ciudad -y solamente su ciudad- alcanzara el anhelado sueño de ser olímpica, me quedo con dos pensamientos.  El primero, ¿esa mujer no podría haber ido a una peluquería el día antes? Conozco a algunas que por menos, más dinero invierten en disimular sus canas.  Y segundo, el índice de natalidad que contempla el número de maestros liendres por metro cuadrado en Hispania sigue creciendo de manera progresiva.  Creo que ahí somos líderes indiscutibles.  Porque se da la circunstancia de que ya no sólo son los tertulianos de turno, esos que salen a todas horas en su tele y en la mía los que se ofrecen para dar enseñanzas a los demás sobre cualquier materia, sino que entorno a este tema del inglés cada uno de nosotros nos hemos formado una opinión y la hemos compartido rápidamente con los demás.  Y la verdad que no me extraña, conociendo de oídas nuestro

El Noveno

Si es cierto esa ley no escrita, pero manoseada por el boca a boca, de que el hombre es el ser más inteligente que habita entre los horizontes de esta tierra, éste debería de ir cada cierto tiempo al panel de ajustes y ser mucho más práctico en cada versión mejorada de sí mismo. Una sugerencia que propongo a los que rigen nuestros destinos podría ser la de sustituir el mes de Enero por este mes de Septiembre, con su correspondiente  “toma de las uvas” en la Plaza del Arenal, donde de seguro pasaríamos menos frio. Pero tengo más premisas para pedir este cambio. A saber.   Septiembre es el verdadero mes del inicio de todo, desde las dietas milagrosas hasta las ligas deportivas; desde las agendas escolares hasta la vuelta a la rutina por parte de padres, maestros, babis,… Es en este mes donde uno vuelve a descolgar del armario los pantalones largos, a calzarse el reloj para que éste marque de nuevo los tempos, donde ir a comprar el Diario o echar una quiniela supone un ejerci

A solas...

                                  Cuando se oyeron en la calle los últimos pasos del mayordomo buscando éste el descanso de su hogar, a esos de las dos de la madrugada, en la Iglesia del discípulo de Pablo se hicieron las miradas y se escucharon los ecos de los latidos a contratiempo.   En la oscuridad de aquellas naves reinó desde ese instante el silencio, aquel convidado de piedra que tendió sus manos arrugadas a todos aquellos que no se atrevieron a hablar, a aquellos que no sabían que decir, a aquellos que no alzaron la voz por el miedo a ofender a la historia, esa que se perfilaba en los rostros de dos vírgenes encontradas en sus advocaciones.   Fue en ese instante cuando  Dolores  tendió sus dedos para que  Esperanza  se aupara a su altar; fue en ese instante cuando  Esperanza  le tomó del brazo para acurrucarse sobre su pecho.   Lo que ambas se dijeron en esos momentos sólo lo saben los alfileres de sus pecherines, los rosarios que colgaban de sus muñecas, los dobleces de sus

¡¡Ser Felices!!

Hoy que el calendario abre una nueva ventana por donde se puede colar el arco iris, hoy que la mañana se ha despertado con los pies cansados de reírse al veros reír, hoy que vuestros dedos anillan a fuego lento cada recuerdo vivido en el día de ayer,… Ya podéis estar tranquilos. Ya pasó todo. Atrás quedaros meses de nervios, de preparativos, de besos robados a escondidas del tiempo, pues el mismo tiempo tenía más prisa que vosotros dos por ver cómo este día amanecía para saborear vuestro si quiero como si fuera el más dulce de los caramelos. Hoy que comienza una nueva etapa en vuestra vida, tenéis que miraros a los ojos cada vez que la luna pida la venia en el cielo para soñar; tenéis que perseguiros por las calles cuando la multitud os impida escuchar el tic tac de vuestros latidos; tenéis que abrazaros en el silencio desnudo de vuestra piel cuando sintáis al dolor mudarse a los pies de vuestras sábanas. Acunad el amor que os ha llevado hasta aquí, abrirle la puerta c