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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Rebuscando

Al bajar la basura la otra noche volví a verlo. Entre sus brazos llevaba la hipoteca de un par de cartones, tapaba sus manos con unos guantes roídos por el tiempo y su aliento desprendía la fatiga del primer sorbo dado a un tetra brik de tinto caliente. Me fijé en su maltrecha espalda, y descubrí unas cincuenta puestas de sol vividas en soledad; presté atención a sus huesos, y oí a la humedad corretear de felicidad por ellos; procuré no pisar su sombra, y sentí a sus zapatos buscar las huellas de un nuevo soportal donde velar los sueños por un par de horas. En esos momentos pensé que si su piel pudiera hablar, si su llanto se pudiera contener, si su voz se pudiera escuchar,… Desconozco su nombre, ignoro su historia, no sé de donde viene ni sé hacia dónde va, pero en mis bolsillos guardo su melancólica mirada, esa que andaba rebuscando algo que llevarse a la boca entre los contendedores de basura como si fuera una rata de vertedero.   Abría y cerraba cada biomb

Calentando motores

De nuevo noto su presencia cerca de mí. Le está costando más trabajo que otros años llegar, pero su aroma, esa esencia que desprende su cintura, ese danzar de puntillas sobre el alambre del consumismo, ese desgarro en forma de villancico de la tierra, son huellas que sólo ella sabe dibujar en el tiempo. Durante años caí en la trampa de su letargo, en el abrazo de su llegada, en el sonrojo de su mirada; al marcharse me prometía esperarla en la vuelta de la esquina, pero antes me sorprendía, acariciando mis mejillas con los primeros fríos de la noche. Aunque este año ha sido diferente… Al detener el coche a la altura de lo esperado, allá por los medios de Cristina, la he visto empaquetada y entre vallas, no vaya a ser que se arrepienta de haber venido, no vaya a ser que se escape de entre las manos de los que aún tienen que exprimirla, tomando su nombre en vano. Y de aquí a nada su presencia se desbordará.   En cuestión de horas se irá acomodando en los probad

Sueño cumplido

El pasado sábado el Teatro Villamarta apenas pudo conciliar el sueño, pues cada vez que cerraba las bambalinas para descansar veía en escena el rostro de felicidad de un “ popero andaluz” que de pequeño escuchaba a los Beatles y que, por cosas del destino, vive en Madrid pero tiene la veleta de sus pulsos mirando hacia el sur. Éste se presentó elegante, con una corbata negra que de seguro su madre habrá guardado entre barcos de papel y pétalos marchitos, pues lleva cosida a sus costuras el aroma de la satisfacción al sentirse - al fin-, profeta en su tierra. Y lo hizo precisamente ahora, cuando Otras Vidas, el último aliento salido de su corazón, comenzó a dar sus primeros pasos en nuestra tierra, en nuestra casa, en su casa, esa que tuvo que ver cómo su música se vendía un día para no volver. Les hablo de David de María, ese jerezano que correteaba de pequeño por San Miguel y  que se perdía por la calle Cantarería, ese que lleva por bandera, en sus caminos de ida y v

Enjaulados

Cuando el sol se despereza de su letargo, cuando de golpe planta sus pies fríos sobre el silencio de la oscuridad, cuando se llama a sí mismo para corretear por entre las azoteas con ganas de terminar de secar las ropas del día anterior, éste comienza a dibujar sus primeros rayos de sol de manera tímida, apocada, casi de puntillas para no despertarnos de nuestros últimos sueños con la danza de sus rayos. Es curioso. Gracias al “Dios Ra” el ser humano puede calentarse, puede broncear su piel, puede enmarcar sus pulsos y sus emociones,…  puede vivir en definitiva, pero a veces, éste nos habla rompiéndose la garganta y apenas no damos cuenta de sus palabras. Y esto es algo que, cada vez con más frecuencia, nos está pasando. Siempre rondó por mi cabeza la premisa de que el ser humano estaba creado, o surgió porque alguien así lo quiso, o somos producto de un sueño que se desvelará cuando cerremos los ojos,… para vivir en sociedad, para no aislarse, para compartir la vida c

Halloween

Cada cierto tiempo el ser humano cae en las redes del modismo y del miedo, quizás para no verse señalado, quizás para no verse excluido de esta sociedad carente de personalidad, volviendo a demostrar su borreguismo hace un par de días con la fiesta de Halloween. Una fiesta que se cuela en el calendario con el mismo patrón que lo hace la del Día del Padre, la del Día de la Madre, la del Día de los Enamorados,… y con los hipermercados y los kanitos de turno como verdaderos valedores de la misma, por el bien de sus arcas y en detrimento de nuestras carteras. Como buena fiesta comercial, ésta presenta dos bandos: a la diestra tenemos a sus defensores y a la siniestra tenemos a sus detractores. Y es este último bando y las ganas de hacerse oír, con argumentos banales y partidistas, lo que me irrita de esta fiesta, sobre todo los que tienen alguna vinculación con el mundo de la Iglesia.  Una Iglesia que, mire usted por donde, creo que tiene reservado en el calendario al