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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Balance

Horas antes de que este catastrófico año 2013 expire y se quede sepultado en algún pasillo de la memoria, de esos que todos tenemos y que con el paso de los días se irán revistiendo de polvo y humedad, la tarde del 31 tengo una cita con la costumbre. Desde hace años me gusta buscar un rato para buscarme bajo la soledad de un folio en blanco y repaso, con una leve línea en medio, lo bueno y lo malo que ha traído este año que agoniza bajo las hojas de su calendario. Es una simple tradición que finaliza con la quema de dicho papel y viendo cómo esas cenizas que forman parte de mí serán el punto de partida para un nuevo año que asoma levemente su cabeza. Y este año que apura sus últimas horas ha tenido de todo. Encontraré que en lo personal el silencio ha sido el mejor aliado para no hacerme daño ante la indolencia de los de mi misma sangre; quizás algún día estalle, quizás algún día se den cuenta, pero por ahora prefiero guardar mis gritos para evitar que el arrepenti

Sorteos

La Navidad trae consigo, aparte del frío y la lluvia para que los caminos se hagan, recuerdos, buenas intenciones y sobre todo, días de muchas ilusiones. Hoy precisamente es uno de esos días rebosantes de ilusión. Gracias al Sorteo de la Lotería, la mayoría de nosotros soñaremos con  castillos en el aire e hipotecas pagadas mientras de fondo se oyen las voces de los niños de San Ildefonso. Si ya de por sí apenas me gustan estos días, este en concreto se presenta como el menos indicado, quizás porque nunca me ha tocado nada en dicho sorteo, quizás porque no soporto el efecto secundario de tener que ver a un grupo de desconocidos festejando su destino en torno a unas botellas de champán, mientras te dices a ti mismo: “ ainssss, si yo pillara ese dinero ”. Conociéndome como me conozco, si algún día la diosa Fortuna llenara mis bolsillos de euros y más euros, creo que sólo se enterarían de ello unos cuantos amigos que hacen que a pesar de la que está cayendo y de la que

La Esperanza

Desde pequeño crecemos con el convencimiento de que la esperanza esconde esa última mirada que nos encuentra entre la multitud; que en el  silencio de la noche guarda el último aliento que nos empuja a seguir; que sin abrir la boca nos ofrece las últimas palabras que hacen que de golpe se sequen la lágrimas que tiempo atrás abandonaron nuestras mejillas. A medida que nuestra piel tarda más tiempo en mudar su color, una voz consejera, surgida del lugar más inesperado, nos hace ver que la esperanza es lo último que se pierde, pero cuando te armas de valor para preguntarle cómo se cuida, dónde habita o cómo se acuna para que nunca nos falte, no hay respuestas ante este misterio de la vida. Yo, que he esperado para ser mayor y encontrármela por la calle, o sentirla entre los acordes de una melodía, o abrazarla en la infinita paz que nos ofrece un atardecer de olas y espumas de invierno, aun no la he encontrado, y lo peor de todo, es que siento que la he perdido. Perdido

La señorita Inma

Con el paso de los años uno va acumulando recuerdos, instantes, sonrisas; llantos, aromas, escalofríos; guantadas sin manos, quimeras de ensueños, pellizcos al atardecer;… puntadas, en definitiva, que conforman una vida. Una vida en la que cada cual hace y deshace con todo esto lo que buenamente puede; habrá cosas que se puedan echar al olvido, y habrá otras que sean imposibles de olvidar. Y entre estas últimas yo tengo alojada en mi cabeza la sonrisa de la señorita Inma. Permítanme que hoy les hable de ella, y de su sonrisa.   La señorita Inma se coló en mi vida hace ya bastantes años, y desde entonces se encarga de alegrar mis días cuando más decaído me siento. La señorita Inma me ha demostrado con el paso del tiempo ser más que una compañera de profesión; pocas se han atrevido a decirme eso de “esta es tu casa, pasa sin necesidad de llamar al timbre.” La señorita Inma confía - sin yo merecerlo-, en este simple escribano y en las aventuras y desventuras q

Zambombas en Jerez

Si alguien le preguntara al Hijo de Dios si estaría dispuesto a nacer de nuevo para redimir los pecados del Hombre, estoy seguro de que en esos momentos Jesús guardaría silencio, más que nada para no herir sensibilidades y así poder valer más por lo que calla que por lo que dice. Pero si ese mismo alguien -antes de formular esa misma pregunta-, le dijera a Jesús por lo bajini que es jerezano, estoy seguro que éste buscaría de su altillo la cuna que su padre le hizo una noche con maderas de portalito oscuro, quitaría las telarañas y rogaría que le susurrara una nana de esas que hablan de caminos y hojitas verdes.   Y es que, le pese a quien le pese, la Navidad en nuestra ciudad suena de manera especial. Será cosa del compás, del duende o del embrujo; será cosa de los gitanos de Santiago o de los nacidos por San Miguel; tendrá alguna culpa la calle de San Francisco, esa que sólo por Diciembre se vuelve larga y serena,… pero algo se esconde en la forma de cantar estos vi