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7 días de Gloria



Alcanzar la gloria en vida se nos presenta como algo imposible excepto cuando el calendario remarca por sus costuras que la Feria del Caballo viene galopando a lo lejos.

Entonces las fronteras de Jerez se abaten en retirada para poder cumplir la promesa que un día le hizo a la primavera de tomarla por la cintura cada vez que rondáramos el mes de Mayo, sacándole los colores al son de unas sevillanas, sobre un albero de sueños y una bóveda de luces.

Para tal ceremonia engalanamos el pulmón de nuestra ciudad, ese latido olvidado que esconde nostalgias y piedras por sus calles, y desempolvamos de los altillos lunares, mantoncillos y peinetas del ayer, sabedores éstos de su pasado y de su suerte, pues son felices cuando regresan a casa envueltos en manchas de barro, alegrías y fino. 

Las puntadas de los volantes le van esculpiendo piropos a la tarde; los flecos se apoderan de los suspiros en cada baile; cada coche de caballo es una sinfonía de olores; el tiempo - ese convidado de piedra -, crece despacio, aletargado, adormecido, pues él quisiera arrancarle a cada caseta un beso de buenas noches e irse a descansar con ese recuerdo perfumado entre sus labios.   

La ciudad, tras esos muros - y en siete días -, se relame de sus heridas, se olvida de sus impotencias, aparca sus problemas en los aledaños y abre sus brazos de par en par a todo aquel que quiera sentirse abrazado, regando de un buen canasta cada nueva mirada.

No precisa invitación para entrar. Simplemente busque un espejo y póngase guapo, déjese llevar por el aire de la calle, empápese de su ambiente, respire por su entramado y piérdase por sus recovecos, su pasión y su alegría.


Al caer rendido por el sueño, sabrá lo que se siente al haber alcanzado la gloria en vida.


Nota: idea original de Manuel Montero, y realizado por un equipo formado por Jesús Gómez, Carlos Santos, Mauricio Meynet, José Melero, Rodrigo Melero, Manolo Gil y Sonia Herrera. 

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