Había un capítulo de la mítica serie Aquí no hay quien viva donde aprendí que
el ciudadano de a pie tiene que desconfiar de los bancos, puesto que no te
puedes fiar de un lugar donde hasta para firmar un simple ingreso te ofrecen un
bolígrafo atado a un mostrador.
Y
hojeando las últimas noticias acerca de los bancos y sus tarjetas black,
lo que tienen atada y más que atada estos consejeros y altos cargos al
nudo de sus corbatas es una descarada e insultante poca vergüenza.
Vergüenza
que por otra parte jamás le harán daño, puesto que para llegar hasta donde han
llegado, viviendo al ritmo que marcan sus coches de lujo, sus yates y sus
contactos,… de seguro que habrán tenido que comprar -y seguirán comprando-, a
decenas de jueces y abogados.
Y
si no, démosle tiempo al tiempo.
Da
asco el escuchar en lo que estos miserables se han ido gastando un dinero del
que podían prescindir, puesto que ya disfrutaban de unos sueldos inimaginables.
Da
asco el ver cómo se están riendo de nosotros cada vez que salen en los medios
alegando que ellos no sabían nada de la procedencia de este dinero.
Y
sobre todo, da asco el saber que existe tanta desigualdad cuando hay personas cuyo
final de mes lo empiezan el día quince, y que tienen hipotecados hasta los
sueños; que hay personas que cuando al echarse las manos a los bolsillos, sólo
recuentan monedas de céntimos; que hay personas que con un simple resfriado que
padezcan en los próximos meses se les desmontará todo el presupuesto familiar;…
Que
no me hablen ahora de “presuntas inocencias” porque en este país hay expertos
en vendarnos los ojos, en que miremos para otro lado y en aceptar que nos las
sigan metiendo doblada hasta Toledo.
Lástima
no tener cerca un bazoka y la cabeza
fría…
Comentarios
Publicar un comentario