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Mostrando entradas de enero, 2015

Primeros espadas

Tengo la sensación de que en algunos aspectos de mi vida es mi propia vida la que se anda burlando de mí, enseñándome cada vez que puede su sombría espalda, haciendo que mis perseguidos sueños sigan retrasando su llegada.   Andando el tiempo he aprendido no sólo a recorrer mi camino, sino a detener la mirada en mitad del mismo para ver lo positivo que encierra cada pisada marcada.   Y el fin de semana pasado volví a hacerlo. Salí de mi zona de confort y asistí al Primer Encuentro provincial sobre Turismo, Cuaresma y Semana Santa celebrado aquí al lado, en el Campus universitario de la Asunción, y por unas cuantas horas volví a sentir me un privilegiado. En su momento les comenté a los organizadores algunos aspectos que tendrían que hacerse mirar para encuentros venideros, sin acritud y desde el cariño que les tengo a más de uno… Pero a pesar de los fallos cometidos, es de recibo darle las gracias a la organización de este evento porque -sin pretenderlo y sin bus

Decir adiós... eternamente...

             Si hay una palabra que suene a despedida, esa es la palabra adiós; y si sabes que esa despedida va a ser eterna, ese maldito acento atraviesa tu garganta cada vez que la pronuncias.  Y yo -por mucho que pase el tiempo-, no me acostumbro a pronunciarla. Por desgracia ya nos hemos enfrentado alguna vez que otra.   Se lo que implica decirla, escribirla, pensarla,…  y se todo lo que esa palabra provoca en mi mente cuando se pierde por la comisura de mis labios.   Figura en mi lista negra de las cosas que le eche en cara a mi Creador cuando ajustemos cuentas allí arriba.   Decir adiós… eternamente… Es como el peaje que tenemos que pagar por vivir, por respirar, por amar. Es la letra pequeña de este contrato que firmamos con la tinta del cordón umbilical que nos une a nuestros padres, a nuestra familia, a las entrañas de nuestra sociedad.   Su trazo pone fin a toda historia; es la última mirada al abismo de las preguntas; es la certeza de

Armas distintas

De lo sucedido días atrás en la redacción del semanario parisino Charlie Hebdo, saco tres conclusiones. La primera es que el ojo humano está tan viciado de violencia y de barbarie, que quemar a alguien a quemarropa ya no nos asusta como antaño. La segunda es lo culta que es la gente, pues todo el mundo conocía esta revista francesa y el contenido de sus editoriales.   Y la tercera - quizás la más importante-, es que la libertad de expresión es una bandera que ondea al viento de los intereses de uno mismo cuando más nos conviene.   Dios me libre de ser analista político o contertulio sabelotodo, pero desde mi ventana la cosa se ve de manera muy simple.   Unos periodistas se mofan en sus portadas de Mahoma, y unos cuantos fanáticos musulmanes hacen efectiva su venganza asesinando a todo aquel que se pusiera por delante. Distintas armas a utilizar en el juego de la democracia. Cuando yo era pequeño, aprendí rápido con quien podía meterme en el patio del col

Cambio de Agenda

                 Siempre que llega el último día del año busco un hueco al caer la tarde para hacer un traspaso de agenda. Es un ritual sencillo donde hojeo con calma todo lo que han sido mis días, mis proyectos, mis fracasos; es una bonita forma de hacer balance.    En la agenda que ya camina entre nostalgias hay de todo. Días finiquitados con una enorme sonrisa… y sonrisas que jamás aparecieron al finiquitar algunos días. Entre otras cosas, hice realidad el viejo sueño de ver a la Macarena bajo palio, celebré como un condenado el último título conseguido por el Sevilla F.C., y volví a aprobar un examen de Inglés.   Tras catorce años regresé a sentirme libre montando sobre una bicicleta; bajé a los abismos de la soledad y de los silencios; y navegué sobre las orillas del aire para retener a esa mirada que hace que mis latidos tengan sentido al mirarnos la luna.    A mis enemigos le he dado motivos más que suficientes para que me sigan odiando; y he sido has