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Así nos va...



Se estaba tomando su tiempo pero ya paso -al fin,- el último día del mes de febrero, y tras él la celebración absurda que trae este día bajo su brazo; el ser, demostrar, dejar claro a los cuatro confines del mundo que los andaluces somos los más andaluces del año… veinticuatro horas al año, claro.

Para muestra, paséese por las redes sociales de cualquier hijo de vecino de esta tierra que nos vio nacer y ya me dirán si llevo o no llevo razón.

Oye, y que parece ser que si no te unes a esta exaltación de la sangre verde y blanca, y si no mencionas algún párrafo del tan manido himno de Blas Infante y si no defiendes tu personalidad de ciudadano del sur a través de una copla de carnaval,… es como si no quisieras a tu madre.

El resto del año, da igual que sirvamos de mofa y de cachondeo de medio mundo, pero ojito que en nuestro día, desde Huelva hasta Almería nos damos golpes de pecho para decir: ¡aquí están los tíos!

Y yo pregunto…

¿Sirve de algo ser andaluz?

¿Sirve de algo callar y callar ante una panda de políticos corruptos que nos gobiernan con esa hipócrita sonrisa que a mí personalmente me hierve la sangre?

¿Sirve de algo hacer que los niños en los colegios se coman un mollete con aceite y que se pinten la cara con los colores de una bandera que cada vez que ondea su acento por el presente de estos aires maldice su pasado y se echa a llorar mirando su futuro?

Si hubiéramos nacido en Murcia o en Alicante, ¿defenderíamos esa tierra a muerte de igual manera no?


Vosotros seguid pidiendo tierra y libertad, vosotros seguid pidiendo que nos levantemos, vosotros seguid pidiendo que seamos aquello que en su día fuimos que por desgracia… así nos va…

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