Se abre el telón y se ve un precioso plató de
televisión con sus focos, su público y un presentador con gafas de pasta; en el
centro encontramos una mesa alargada, y sobre la misma mesa tres objetos a
elegir.
Es
un concurso muy sencillito y con sólo dos reglas: el concursante puede ser un
ciudadano cualquiera,... y el presentador no puede poner en duda la elección que
éste lleve a cabo.
De
esta manera -comienza diciendo el presentador- el primer objeto que presentamos
es un apartamento con vistas al Mar Mediterráneo; ideal para tomar conciencia
de que el mar se está tragando a personas, no sólo a inmigrantes.
El
segundo objeto es una llave de la cárcel de Puerto III, a donde el ciudadano puede
mandar a los políticos corruptos que nos están saqueando el dinero y las ilusiones,
tales como los Griñanes, los Chaves, los Rodrigo Rato,…
Y
el tercer objeto a elegir es un desvencijado sillón, recogido de la basura,
ideal para que el moho se quede a vivir en él.
El
concursante -tras un breve silencio-, dice con voz rotunda:
-
Visto lo visto, me quedo con el sillón.
-
¿El sillón?, pregunta asombrado el presentador, rompiendo así una de las reglas
del concurso.
-
Sí, sí. El sillón. Lo tengo clarísimo.
-
Y,… ¿podría decirme porque elige usted el sillón? -Sugiere el presentador con
la cara desconcertada y la mirada repleta de sorpresa.
-
Pues muy sencillo. Lo del apartamento del Mediterráneo me pilla algo lejos, la
verdad; lo de la llave de la cárcel está muy bien, pero a mi mientras que no me
quiten la Champions… como que todo me da un poco igual; por eso me quedo con el
sillón, para poder echar mi siestecita y seguir mirando para otro lado.
Y ante el aplauso generalizado del público asistente, el telón se cerró.
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