Que cualquier persona a día de hoy pueda situar a Jerez
en un mapa en menos de diez segundos es un hecho real y objetivo que a los
jerezanos y jerezanas nos tiene que producir alegría, gozo y satisfacción.
Y
motivo más que suficiente para poder ronear de nuestra sangre
mucho más allá de nuestras históricas fronteras cada vez que entonemos por
bulerías nuestro acento.
Porque,
¿qué ciudad puede presumir de ser cuna del flamenco, haber sido capital europea
del vino, estar siendo capital mundial del motociclismo,… y tener el honor de
comerse las papas enteras?
La
respuesta es bastante obvia: sólo nosotros.
Pero
que a nadie se le olvide que esta ciudad es lo que es gracias a los que vivimos
en ella; y la soportamos, la sufrimos, la queremos y la odiamos a partes
iguales,… dependiendo del día.
Sin
embargo, para nuestra actual alcaldesa esto no es suficiente, y viendo que
tiene que dar un golpe de efecto para seguir ostentando el bastón de mando al
llegar la procesión del Corpus y la procesión de la Merced, la santa mujer ha
pensado que colocar una playa artificial en el Parque González Hontoria sería
la guinda para que seamos la envidia de todo Occidente.
A
mí que haya playa o no haya playa me da exactamente igual, pero lo que no me da
igual es ver cómo hemos vuelto a caer como borregos en la trampa orquestada
desde alcaldía, desviando nuestra atención de los verdaderos problemas que
tenemos.
Eso
sí, si Europa nos concede la Bandera Azul de los Mares de Europa, y la
colocamos en la nueva rotonda que está cerquita del hospital, entonces tendré
que tragarme mis palabras.
Alcaldesa,
felicidades. Mi voto para su reelección ya lo tiene, aunque por favor, evite por
lo que más quiera posar en la orilla de ese mar a lo Anita Obregón.
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