Parece ser que cuando uno se saca el carnet de
maestro firma una cláusula en alguna parte en la que deja constancia que al
llegar las vacaciones de verano -junto a las notas-, se compromete a adjuntar
una serie de recomendaciones para que sus alumnos hagan deberes en verano.
Una
manera de contentar a los padres, seguid enriqueciendo el bolsillo de las
editoriales y fastidiar a los alumnos.
Por
mi experiencia en las aulas ese trabajo que se tiende a realizar cuando no hay
hora marcada para levantarse y vamos a todas partes en chanclas no sirve para
absolutamente nada, como tantas otras chorradas educativas.
Y
hete aquí que este pensamiento que vaga por mi cabeza es compartido por un profesor
de secundaria de Italia -Cesare Cata-, que en vez de proponer una lista
aburrida y tediosa de tareas ha elaborado una serie de premisas donde la lógica y la humanidad se dan la mano.
Veo
al menos que no estoy sólo en esta cruzada.
Este
valiente les pide a sus alumnos que sean felices, que escuchen a sus
sentimientos, que se dejen llevar por la música,… pero sobre todo, les invita a
que lean.
¿Habrá
mejor consejo que perderse entre los silencios de una buena lectura, sentirse
el protagonista de mil historias y tened armas para rebelarse contra el mundo?
Cada
maestrillo tiene su librillo, pero a ver si los de mi gremio se enteran que al
igual que ellos necesitan desconectar de la rutina de las pizarras, de las
entrevistas de padres, de las evaluaciones,… los niños necesitan sentirse como
niños, actuad como niños, ser niños… y respirar, sonreír, vivir sin las
ataduras de un sistema educativo anclado en el tiempo y que -queramos o no
queramos-, están haciendo que los alumnos de hoy en día sean simples
marionetas.
Leed, que las lecturas sí que son para el verano.
Comentarios
Publicar un comentario