Dentro de pocas semanas, la red social Facebook pondrá como opción a los
estados el botón de no me gusta, junto a los ya conocidos me gusta, comentar y compartir.
Yo
cambiaría ese no me gusta por un “qué mal bajío”, “malas
puñalá te den”, o “teskiya chavea”.
Dice
el dueño del cortijo que con esta idea no busca discusiones polarizadas, sino
manifestar la empatía con algunas experiencias en las que un “me gusta” no es
la respuesta más apropiada; ese chaval no sabe dónde se está metiendo… o lo sabe
demasiado bien.
Aprovechando
la coyuntura, a mí no me gusta el presente que me está tocando vivir.
No
me gustan esos maestros liendres que de todo saben y de nada entienden.
No
me gusta ver la lista de contactos de mi teléfono llena de números de personas
que jamás me llamarán… y a las que probablemente yo tampoco les llame; nos pudo
el orgullo y perdimos algo más que la amistad.
No
me gusta esa gente que van por la vida adoctrinando con su credo de moralidad, fiscalizan
verdades y enarbolan banderas con tintadas de envidias.
No
me gusta esa gente que apoyan su altanería sobre el muro de la espera,
rencorosas por naturaleza y que se acostumbraron a que nosotros recorriéramos
el camino para ir a verlos; no merecen la pena.
No
me gusta esa gente que sólo se acuerdan de uno para pedir favores; no me gusta
la gente falsa e hipócrita; no me gusta la gente cobarde y sin personalidad.
No
me gusta la gente que se queja por todo; se levantan forzando a que el pie
izquierdo llore desde bien temprano,… y consiguen amargarles el día a los que están
a su alrededor.
No
me gusta la gente sin actitud… y no me gusta la actitud de mucha gente.
…
Al
final me va a gustar el botoncito…
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