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Guiños del cielo


Cada uno de nosotros guarda en los dobladillos del día a día unos cuantos guiños que nos hacen enfrentarnos a la vida como una gran aventura que merece la pena vivir.  

Son de esos guiños que el cielo de vez en cuando nos regala.  

Llegaron un buen día hasta nosotros para cumplir con la letra pequeña del destino,… o bien fue nuestro destino quien nos los puso a la verita de nuestras huellas para ir de la mano deshojando hojas del calendario.

Pasado un tiempo, esta cuestión carecerá de importancia.

Porque son de ese tipo de guiños que siempre están ahí, bien a través de un mensaje, bien a través de un comentario, o bien a través de un saludo envuelto en sonrisas envueltas en alegrías.

Son guiños que se acercan hasta nuestras cinturas con la mirada limpia, con el colmillo sin envolver en envidias, con la intención de no pedirnos nada a cambio,…

Son guiños que no te despellejan por la espalda, que no te hacen el vacío, que no te utilizan para acrecentar sus egos,…

Son guiños que no te juzgan sin antes buscarte los ojos, que no pisotean tus silencios, que no escupen sobre tu nombre,…

Más bien su misión en nuestra vida es todo lo contrario, ya que son guiños que se ofrecen en cuerpo y alma para sacarte una sonrisa, para ahuyentar tus miedos, para animarte cuando las heridas vuelven a abrirse por el paso del tiempo,...

Son guiños que te tienden la mano cuando el precipicio de las dudas perfila horizontes,…

Son guiños que cosen de humanidad las piedras del camino, y con su fuerza, entusiasmo y alegría soplan las velas de nuestros proyectos de futuro.

Una parte de mis guiños la conforman la amistad de mi amigo Mata y la de mi amiga Helen, dos guiños que hacen más grande si cabe al cielo de donde ambos vienen.


De corazón, gracias por estar siempre ahí…

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