Puede parecer una tontería, pero al calendario que
has colgado sobre la alcayata de la pared ya le sobran un par de días.
Se
te han escapado sin apenas darte cuenta, y me temo que no hay fórmula mágica
para recuperarlos.
Mientras
intentabas digerir uvas y devolver mensajes de felicitación por el miedo ese al
qué dirán que creías haber superado hace tiempo, se te han escapado de
entre las manos las primeras oportunidades
del año.
Pero
tranquilo, aún te quedan muchas más en el tintero de las ocasiones; así que -aunque
sólo sea por esta vez-, léeme con atención…
Empieza
cada día sonriendo, amando, besando a aquellos a los que tienes cerca… y
búscate el modo de hacérselo saber a aquellos a los que tienes lejos de ti.
Al
mediodía, déjate la piel abrazando, soñando, gritando a los cuatros vientos todo
lo que envuelve al latido de tu corazón; recuerda que no hay nadie en este
mundo que te conozca mejor que él.
Y
antes de que el día eche el cerrojo al suspiro del horizonte, imagina, lucha,
intenta tomarte la vida de otra manera… y aprende de esas piedras que en el
camino te han permitido caer.
No
te vayas a la cama sin antes pedir perdón; el remordimiento y la culpa no son
buenos compañeros de viaje a la hora de llamar al sueño.
Llama
a tus seres queridos y a tus amigos; es más, te diría que hicieras lo mismo
hasta con tus enemigos; algún día echarás de menos el timbre de esas voces que
tantas veces has silenciado en un mísero mensaje.
Deja
que te quieran y date motivos para quererte; sólo existe un protagonista en este
cuento llamado vida... y sólo hay una vida para darle sentido a las hojas de
este cuento.
Tienes
por delante un año que acaba de nacer, exprímelo y aprovéchate de él.
Comentarios
Publicar un comentario