Querido corazón:
Sé
que llevas unas cuantas semanas hecho un despojo. No eres ni la sombra de lo que
tus latidos una vez marcaron, y ya no sabes qué decir, qué pensar, cómo actuar.
Andas masticando
tristezas por las esquinas, fuerzas una sonrisa cuando en realidad quisieras
vomitar lágrimas de sangre y te envuelves en arrullos de soledad cuando tus
huellas se pierden entre la multitud.
Llevo días mirándote a
escondidas, y te juro que no te reconozco.
Siento tu pena como si
fuese mía y se me parte el alma en dos cuando te buscas y no te encuentras en
los espejos de tu pasado.
Llevas el paso cambiado
y has perdido el brillo de tu sonrisa.
Pero léeme bien: confía en mí.
No se cómo lo haré, ni cuánto
tiempo tardaré en recuperarte, pero tiraré de ti y de tus costuras como nadie lo
hizo antes.
Para ello nos
refugiaremos en nuestros silencios, en nuestros sueños, en nuestro pequeño
rincón del mundo, ese que tiene las paredes barnizadas en humedades y al que tú
llamas casa.
Nos rodearemos de gente
que nos haga la vida más fácil y evitaremos a esos “amigos” tuyos que no
tienen ni puta idea de cómo estás conciliando el sueño cada vez que le echas la
llave a la madrugada.
Nos perderemos en tus
pregones de Semana Santa, en tu Cádiz y su carnaval, en tu inquebrantable fe;
en tus pachangas de los lunes, en paseos por la orilla de la playa, en tus
rezos a la Esperanza; en confidencias al caer la tarde, en la mirada de la niña
de tus ojos, en el hilo que volverá a pespuntear de ilusiones tu confianza.
Si necesitas dejar que
la voz se quede muda por un tiempo, hazlo.
Si crees que tienes que
dejar a un lado el mundo, detente en una de sus orillas.
Si lo que ves a tu alrededor
no te gusta, desanda el camino y persigue un horizonte que te haga realmente
feliz.
Compañero, sólo tenemos
esta vida y ya va siendo hora de vivirla...
Ya va siendo hora de escribir
hasta que te sangren los dedos...
Ya va siendo hora de respirar
por ti primero y luego ya si acaso por todos tus compañeros...
Y una última cosita: no
te aferres a nada, ni siquiera a ese imposible que anda repleto de miedos y de
dudas; tranquilo, algún día romperá con ellos y se arriesgará a ser feliz
atando sus besos a tu cintura.
Querido corazón, te
prometo que me dejaré la vida para que juntos salgamos de esta.
Firmado.
Tu piel
Comentarios
Publicar un comentario