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Mostrando entradas de julio, 2016

Tengo ganas de Ti...

            Sueles aparecer rondando los cierros de mi mente cuando menos me lo espero; y lo haces de manera callada, sin aspavientos, sin adornos, sin aparejos que me distraigan de tu nombre. A estas alturas de nuestras vidas, ambos conocemos el eco de nuestras zancadas, y ambos necesitamos oírlo de vez en cuando para saber que no estamos tan distanciados el uno del otro. Y esta vez has sido Tú quien has aparecido por el zaguán de mis impotencias; y al verte -en una simple fotografía-, me he dado cuenta de que tengo ganas de Ti.   Y es que tengo ganas de coger un bolígrafo de tinta roja y remarcar en los calendarios que bordean mis días cuándo sales a la calle, cuándo te podré besar la mano, cuándo podremos quedarnos a solas para dejar guardada de una vez por todas la bandera blanca de mis derrotas en el altillo de los vacíos. Tengo ganas de que el sol del invierno se cuele por mi piel cuando vaya a buscarte por los callejones donde los hombres se buscan a sí

Santiago

         Desde hace unos cuantos días la ciudad de Jerez ha vuelto a recuperar parte de esa sonrisa de pellizco que se le dibuja a su gente cuando el sol comienza a pasearse por las calles de nuestras fronteras.     Es una sonrisa única y que tiene un aroma inimitable que la hace totalmente diferente cada día. Y la culpa de esta pincelada de felicidad la tiene la reapertura de la Iglesia de Santiago del Real y del Refugio , tras más de una década cerrada a cal y canto. Y es que Santiago - la Iglesia de Santiago -, no es una Iglesia más que se sortean por el entramado de adoquines de nuestra ciudad, ya que este edificio es el epicentro de uno de los dos corazones que tenemos en Jerez .   Porque Jerez de la Frontera tiene dos corazones que jalonan de su arte, de su magia, de su flamenco… y uno de ellos se esconde en   Santiago , con todo lo que eso significa para este rincón del sur y para orgullo y envidia del mundo. Pero ahora que lo tenemos abierto para aleg

Pinceladas de felicidad...

         Si en estos días nos detenemos por un momento en ver cómo camina el mundo, probablemente acabemos enrabietados y con ganas de detenernos en la siguiente estación. Es lo que tiene tener tantas ventanas cuyos reflejos se pierden en el atardecer de los demás. Pero como el hacedor que mueve nuestros hilos supo de este pequeño contraste, para solventar ese pequeño error nos puso el corazón de los amigos al alcance de nuestras miradas, y el de mi amigo Lolo es de esos corazones que palpitan entre risas y silencios. A su manera -y con sus cabreos los cuales me hacen más daño a mí que a él-, me está enseñando que la vida es un vaivén de momentos, un carrusel de confesiones y una pincelada de felicidad que hay que saber trazar bajo el compás de las horas. Así, mi felicidad se encuentra hoy por hoy en un paseo por la orilla de la playa cuando el mar se está sacudiendo la sal de sus heridas; si estás leyendo esto, te espero una tarde. En una charla con personas c