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Es otra cosa...


     Los que me conocen saben que suelo tomarme las cosas con calma y con cierta distancia. Que me gusta guardar silencios y que me gusta detener la mirada en aquellas sombras que de verdad reflejan cosas importantes.
                                                                   
Cada uno es como es y se expresa como puede o debe, y de un tiempo a esta parte he dejado de meterme en batallas que se juegan en otras fronteras y bajo otros cielos porque siento que la vida es otra cosa.

La vida es un regalo que alguien nos entregó, pero que a veces se envenena por compañeros de trabajo, por amistades a las que no les importamos, por preguntas que se quedan huérfanas de respuestas.

La vida es hacer encajes de bolillos para llegar a fin de mes, es ponerle al tiempo buena cara, es disimular y tragarse el orgullo para no hacer daño a la gente que nos rodea.

La vida es cabrearse con uno mismo, es cabrearse con los demás, es cabrearse con el mundo.

La vida es preocuparse por alguien que siente que una respuesta médica le va a acortar sus días de vida; la vida es sentirse impotente cuando alguien a quien quieres te confiesa en un coche bajo la lluvia que “para vivir así, mejor acabar con esta pesadilla”; la vida es sentirse solo cuando cierras la puerta de tu casa y ni si quiera eres capaz de escuchar el eco de tu respiración.

No te engañes y abre los ojos, porque la vida no son los me gusta de Facebook, las frases lapidarias de Instagram o los iconos de  colores del WhatsApp.

La vida es llorar, gritar, perdonar; reír, compartir, callar; caminar, tropezarse, descalzarse; fracasar, levantarse, enamorarse; soñar, cambiar, evolucionar; bailar, cantar, desesperarse;…

En ti está conjugar el verbo adecuado cada día para que tu vida sea vivida.


¿Ves cómo la vida es otra cosa?

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