Hace unos días, un grupo de profesores pusimos sobre
la mesa un problema que nos preocupa mucho más que la huelga de deberes que la asociación
mayoritaria de padres y madres están promoviendo para los fines de semana del
mes de noviembre.
Y no es otro
que la cantidad de faltas de ortografía que el alumnado presenta cuando llegan
a la etapa de secundaria, junto a esa capacidad pobre y triste de expresarse
que manifiestan.
De la huelga
sólo diré que los padres son soberanos a la hora de educar a sus hijos; ya se
arrepentirán.
Pero de lo
otro si puedo decir algo.
Y es que esas
faltas de ortografía vienen dadas por algo tan simple como es que los alumnos
no leen.
Antes, te
acercabas por los pasillos de cualquier hipermercado, y en la sección de libros
habría tres o cuatro niños leyendo en el suelo mientras sus padres hacían la
compra.
Ahora, si
ves a uno libro en mano, es una raya en el agua.
Preocupémonos
de este detalle que es fundamental a la hora de formar, enseñar y educar a
personas.
No le echen
las culpas al sistema educativo, al tutor de turno o al grupo de “whatsap”
de los padres; cuidemos este hábito que se antoja fundamental para vivir otras
vidas, para aprender de otros, para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Saber leer
es esencial para la adquisición y la trasmisión del conocimiento en nuestra
vida cotidiana, pero también en el mundo académico.
Si de verdad
quieren ayudar a sus hijos, lean con ellos, cómprenles libros, hagan que amen
el mundo de las letras, pues a medida que se va avanzando en el itinerario
académico el nivel de exigencia será mayor, lo que demandará una mayor destreza
lectora y escrita.
Si de verdad
les duele sus hijos, curen sus faltas de ortografía mediante la lectura.
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