Hoy que me asomo a la ventana de la espera y que el
calendario es una algarabía de sueños ante el horizonte que se va dibujando en
mi mirada, déjame decirte que en nada volveré a ser de ti.
Y
volveré con la suela de los zapatos gastados de nombrarte por las esquinas, por
las calles, por los rincones de una ciudad que es más mía que tuya.
Una
ciudad que se anda coloreando guapuras bajo la luz de la primavera, que anda
sacando de los zaguanes sus mejores recuerdos, que va descosiendo nervios y palcos
a los pespuntes de las promesas.
Déjame
por tanto decirte que no existe una cicatriz en mi piel que brote como lo hace
la tuya..
Déjame
decirte que nada ni nadie nos separarán, a pesar de las bullas, de las
inocencias perdidas, de las lágrimas que murieron antes de nacer..
Déjame
decirte que llevo meses con ganas de ti, con ganas de que me vuelvas loco, con
ganas de que me desarmes el alma y con un simple silbido me recompongas los
sentidos..
Quiero
que sepas que este año estrenaré por ti silencios nuevos, plegarias nuevas,
ropajes nuevos; sacados del baúl de los quisieras y con aromas que aún tienen
que maridar tu verdad.
Tu
verdad... ese lienzo de incienso y madera que me corretea por cada una de mis
vertebras, por cada uno de mis escalofríos, por cada una de mis ciénagas.
Giro
hacia atrás mi pasado y me veo en ti, unas veces marceando, otras abrileando
por la cabalgata que tu memoria ha dejado impresa en mis suspiros, en mis
quimeras, en mi forma callada de respirar..
Por
mis manos percibo ya los nervios de este amor que por ti siento, sufro,
padezco…y que me hace ser durante siete días el hombre más feliz de la tierra..
Semana
Santa… no sabes cuánto te necesito..
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