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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Llegó el frió..

Se ha vuelto a colar el frío por los resquicios de las prisas, y al encender el pequeño calentador del salón de casa, he vuelto a escuchar tu voz recorriendo los pasillos de mi alma. Esa voz tuya que sigue siendo inconfundible a pesar de las lunas apagadas, a pesar de las arrugas del tiempo y a pesar de los cansancios de tus andares. Tengo que decirte que ese calentador sigue siendo de pequeño tamaño, como a ti te gustaba que fuera; que sigue alumbrando con dos franjas rojas la oscuridad de la mesa camilla y que se le sigue cayendo el tornillo de la rueda derecha. Su compañía hace que mis pies entren en calor, como hacía con los tuyos cuando te sentabas en torno a su aroma, vencida por el ajetreo de las horas y el ocaso de la vida. Cierro los ojos y te veo a mi lado, sentada, masticando el ultimo pellizco de pan mientras las estrellas colorean sueños entre susurros de cuentos de hadas. Tal y como me ensañaste, sigo comprobando varias veces que ese pequeño calentador

Parches de alquitrán

Una vez más, los gestores de este ayuntamiento se han armado de valor y le han dicho al mundo desde la atalaya del Gallo Azul... “jerezanos, cuando creíais que nuestra estupidez había tocado fondo, os vamos a demostrar que podemos serlo un poco más aún.” Y prueba de ello son los parches de alquitrán que salpican el centro de una ciudad como la nuestra que agoniza cada vez que alguno de estas mentes pensantes les da por respirar. Aluden para ello motivos de seguridad, ya que por lo visto han hecho el recuento de personas mayores que se caen por culpa del adoquinado en estas calles, y Ángela Merkel se ha escandalizado al ver que tenemos el índice más alto de Europa. Hace unas semanas hubo una mesa de seguridad con todos sus avíos en la calle Consistorio, determinando que lo mejor era abrir la marea negra y adecentar estos inoportunos socavones para no llenar el hospital de lisiados. Pero claro, algo parecido sucede con el paro, y no les veo yo por la labor de tomar