Una vez más, los gestores de este ayuntamiento se han
armado de valor y le han dicho al mundo desde la atalaya del Gallo Azul...
“jerezanos, cuando creíais que nuestra estupidez había tocado fondo, os vamos a
demostrar que podemos serlo un poco más aún.”
Y
prueba de ello son los parches de alquitrán que salpican el centro de una
ciudad como la nuestra que agoniza cada vez que alguno de estas mentes
pensantes les da por respirar.
Aluden
para ello motivos de seguridad, ya que por lo visto han hecho el recuento de personas
mayores que se caen por culpa del adoquinado en estas calles, y Ángela Merkel
se ha escandalizado al ver que tenemos el índice más alto de Europa.
Hace
unas semanas hubo una mesa de seguridad con todos sus avíos en la calle
Consistorio, determinando que lo mejor era abrir la marea negra y adecentar
estos inoportunos socavones para no llenar el hospital de lisiados.
Pero
claro, algo parecido sucede con el paro, y no les veo yo por la labor de tomar
medidas.
O
con las calles carcomidas de mierda, y tampoco los veo tan avispados como en
esta ocasión.
En
fin. Una nueva chapuza consistorial, hecha a la carrera y malamente, mientras
los comerciantes del centro rezan para que no se les inunde de nuevo sus
negocios con las próximas lluvias.
Una
nueva forma de dilapidar la belleza de nuestro casco histórico entre parches de
alquitrán y actuaciones sin sentido.
Una
nueva manera de malgastar el dinero de las arcas municipales, de salir en la
foto entre sonrisas de hipocresías y de tratar al pueblo como si fuéramos
imbéciles que nos conformamos con cualquier cosa.
Lamentable,
ese es el resumen de esta actuación de mis queridos gobernantes; si tuviera en
mi poder un par de adoquines, con mis propias manos los colocaba en su sitio.
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